Una aventura apasionante
Estelle Brachlianoff, Directora general de Veolia
En 1853, la primera tienda grande parisina apenas había abierto sus puertas. Al cine aún le faltaba mucho tiempo para nacer. Era la época de los primeros ferrocarriles, el año en que, después de una votación de sus estatutos y la obtención de su primer contrato, un decreto firmado por el emperador francés Napoleón III autorizaría, el 14 de diciembre, la creación de la Compagnie Générale des Eaux.
La Compagnie Générale des Eaux, nacida en el corazón de la primera revolución industrial, se convertiría año tras año, década tras década, en uno de los componentes esenciales de lo que hoy conocemos como Veolia.
Fundada para llevar agua a campos y ciudades, desde el principio, ha atendido necesidades que no encontraban respuesta, al igual que una startup hoy en día. Se adentra en la historia del medio ambiente, asegurando un vínculo entre los seres humanos y el primer recurso natural. Una historia del medio ambiente que, habitada por un espíritu pionero, contribuirá a escribir.
Esta es la historia que cuenta el libro que tienes en tus manos.
Esta historia se teje a lo largo del tiempo por diez generaciones de mujeres y hombres, verdaderos equipos de emprendedores que, en una organización biológica, prueban y desarrollan, por capilaridad, por crecimiento, nuevas actividades basadas en las anteriores. Pioneros que imaginan nuevas soluciones, que traen al mundo lo que antes no existía, que crean valor donde nadie más lo ve. Soluciones que se delinean paso a paso, a partir de la observación de nuevas necesidades y a menudo en tiempos de crisis: desde las epidemias de cólera del siglo XIX hasta la intensificación de las sequías de hoy en día, sin olvidar las epidemias resistentes de tifus, la contaminación de canteras o las tensiones geopolíticas en torno a la energía; estas crisis actúan como aceleradores. Esto no sucede sin dudas ni sin fracasos, a veces necesarios para abrir nuevos caminos. Detrás de un fracaso a menudo se esconde un nuevo avance.
En el proceso, se inventan diferentes oficios o se encuentran dentro de la "Compagnie". A partir de las redes de agua, inicia sus actividades en las tuberías y en el tratamiento del agua. Asociada de facto con el saneamiento de las ciudades, crea, adquiere y desarrolla empresas de recolección, tratamiento y clasificación de residuos. También incorpora entidades especializadas en la producción y suministro de energía, al servicio de las comunidades locales y de las empresas. De este modo, ha establecido desde la mitad del siglo un catálogo de soluciones para los territorios, capaz de responder a sus desafíos de bienestar, salud y prosperidad. Oficios que se cruzan, se alimentan, se entrelazan, como cuando la lucha contra la contaminación del agua nos ha llevado, durante los Treinta Años Gloriosos, a remontar el curso del río Oise e inventar la actividad de tratamiento de residuos peligrosos.
En el cruce de sus tres actividades originales, Veolia ha desarrollado una concepción del medio ambiente que empieza por el territorio. Somos lo contrario de una empresa deslocalizada que extraería valor de los territorios en los que opera: les ofrecemos lo mejor de la experiencia mundial para crear valor a nivel local y ayudarles a superar sus desafíos específicos.
Esto ha sido así desde el principio. En aquella época, su actividad se desarrollaba dentro de las fronteras de Francia, pero se nutría del movimiento higienista y de los descubrimientos científicos que se extendían por toda Europa, desde Inglaterra hasta Alemania, desde España hasta los Países Bajos, incluso a través de observaciones realizadas en el continente africano.
La internacionalización del grupo, paradójicamente, tomará tiempo. Desde Venecia hasta Estambul, los primeros intentos de expansión en el extranjero, llevados a cabo al comienzo de su existencia y aunque igualmente prestigiosos, resultaron infructuosos. Sólo tendrá éxito a partir de la década de 1990, al acompañar los grandes momentos geopolíticos de la época: la caída del Muro de Berlín, el apoyo al desarrollo de los países africanos, la liberalización de las economías en América Latina, el auge económico de China, etc. Será capaz de proporcionar a nuevos países conocimientos de los que aún carecen. Nuevos países que se convierten a su vez, desde Namibia hasta los Emiratos Árabes Unidos, con Veolia y su lógica de grupo descentralizado y dirigido, en terrenos de innovación para una ecología de soluciones capaces de inspirar al mundo.
A pesar de que Veolia se ha convertido indiscutiblemente en el campeón mundial de la transformación ecológica y ha adquirido una dimensión aún mayor con la fusión con Suez, el grupo nunca ha dejado de prestar atención primordial a su arraigo local. En este sentido, más multilocal que multinacional, reconoce cada vez más la importancia de una buena gobernanza de los servicios, la necesidad de dar a cada actor su lugar adecuado en la toma de decisiones. Conoce, porque lo comparte diariamente con sus equipos, toda la energía que anima a los territorios y todo el sentido que hay para definir los servicios mediante la co-construcción, desarrollar asociaciones, crear aliados para cambiar las cosas concretamente. La dimensión eminentemente humana que se encuentra en el corazón de estas relaciones de confianza, sumada al hecho de que los oficios de protección del medio ambiente son principalmente locales y movilizan a mucha mano de obra, es lo que fundamenta la importancia histórica que Veolia otorga a las personas, tanto a sus empleados como a las poblaciones a las que sirve.
Desde el heraldo del Sansimonismo Prosper Enfantin hasta nuestro presidente Antoine Frérot, Veolia se ha forjado un lugar singular en la historia del capitalismo, siempre preocupada por comprender la sociedad, por involucrar a todos sus miembros y por no perder de vista los objetivos perseguidos por la empresa, lo que hoy llamamos su "razón de ser". Se esfuerza por aprovechar al máximo la economía de mercado: busca satisfacer las necesidades que a veces ella misma genera y convierte en impulsores de la creación de nuevos servicios para trabajar en la transformación ecológica. Y al mismo tiempo tiene una clara conciencia de los límites, de la necesidad de regulaciones, incluso las llama en sus deseos. Esto es lo que hace que una empresa sea "útil", para retomar las palabras de Antoine Frérot.
Esta sedimentación progresiva de actividades y valores nos ha llevado a construir una empresa fuerte y coherente, para hacer frente a los desafíos esenciales de la humanidad, que hoy en día llamamos desafíos ecológicos y que debemos enfrentar para asegurar la supervivencia y prosperidad de nuestras sociedades, para crear un mundo sostenible y deseable. Entre la escasez de agua, la contaminación, la escasez de recursos, las emisiones de gases de efecto invernadero..., Veolia se dedica hoy a descontaminar, regenerar y descarbonizar el mundo. Rico en su historia, Veolia está preparada para ello.
Es en esta emocionante aventura de 170 años, reconstruida bajo la dirección del historiador del medio ambiente Grégory Quenet, a la que te invito a sumergirte aquí.
Una historia de la cual tú, ciudadanas y ciudadanos, eres heredero en primer lugar. Una historia que debes conocer para seguir siendo siempre pioneros juntos.